miércoles, 14 de octubre de 2015

Recién nacido y vínculo afectivo

Recién nacido y vínculo afectivo


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vinculo afectivo madre -hijo 


El principal vínculo y el más persistente de todos es habitualmente el que se establece entre la madre y el niño, y se consolida como un vinculo afectivo cuando existe un amor reciproco entre el recién nacido y su madre. Este vínculo será la base sobre la cual se desarrollaran los demás vínculos que establecerá el ser humano con las demás personas a lo largo de vida.
Desde que el bebé está en el vientre, la madre empieza a relacionarse con el bebé, siente sus movimientos, sus pataditas, le habla y comienza a pensar y a crearse imágenes sobre él, posteriormente cuando el bebé nace, la madre tendrá la necesidad tenerlo en sus brazos, de contemplarlo, acariciarlo, mecerlo y protegerlo. El contacto corporal, el intercambio de miradas y sonrisas entre la madre y el bebé y todas las expresiones de afecto entre ambos son las que irán formando el vinculo madre-hijo.


como se forma el vinculo afectivo madre - niño

El vínculo se desarrolla como consecuencia de las repuestas de la madre ante las conductas innatas del niño. Desde que él nace, empieza a interactuar con la madre a través del contacto piel a piel, las miradas y la interacción entre ambos en el momento de la lactancia. El bebé empieza a reconocer y diferenciar a la persona que lo acompaña y lo cuida siempre, posteriormente mostrará preferencia por esa persona, estará contento con su compañía y se disgustará en su ausencia, éstas son las manifestaciones que indican el desarrollo del vínculo entre la madre y su hijo.

importancia del vinculo afectivo madre - niño
Las investigaciones indican que un vínculo seguro entre la madre y el niño durante la infancia influye en su capacidad para establecer relaciones sanas a lo largo de su vida, cuando los primeros vínculos son fuertes y seguros la persona es capaz de establecer un buen ajuste social, por el contrario la separación emocional con la madre, la ausencia de afecto y cuidado puede provocar en el hijo una personalidad poco afectiva o desinterés social.
Según indican estas investigaciones, la baja autoestima, la vulnerabilidad al estrés y los problemas en las relaciones sociales están asociados con vínculos poco sólidos. Si las experiencias de vínculo han sido negativas y graves, el ser humano es más propenso a desarrollar trastornos psicopatológicos. Son las interacciones madre-niño las que influyen en el desarrollo socio-emocional y en la conducta actual y futura del menor.


estableciendo un apego saludable madre - hijo 

El apego es considerado como la búsqueda de compañía o proximidad de alguien, se forma a partir de experiencias de vinculación con la madre o persona que cuida al niño y es saludable si es que desde el nacimiento se establece un contacto directo con el bebé. Al mirarlo directamente y acariciarlo mientras está lactando, estamos brindándole experiencias positivas que van a consolidar una base segura en su desarrollo emocional.
La lactancia brinda un espacio de contacto íntimo entre la madre y el bebé, puesto que al succionar se estimula al pezón produciendo la prolactina, sustancia que estimulará a la vez las conductas maternales, el contacto corporal, el olor, la voz, las miradas, serán las primeras demostraciones de amor y de comunicación entre la madre y el bebé. Amamantar ofrece un espacio para el contacto íntimo y es una forma de compartir amor con el bebé. Es una relación sentimental basada en contacto, olor, sabor, miradas y el inicio de un diálogo que luego se producirá a través de las palabras. Por otro lado, la leche materna es especial, el cerebro se alimenta de nutrientes que consolidan el sistema inmunológico del recién nacido.
El tomar al bebé en brazos (holding) es otra expresión de apego. Este determina los procesos de maduración. Cumple esencialmente una función de protección contra todas las experiencias, a menudo angustiosas, que se siente desde el nacimiento, ya sean de naturaleza fisiológica, sensorial o las vivencias psíquicas del cuerpo.
Además de la manifestación de estas conductas, es necesario el establecimiento de la empatía entre los padres y el bebé, comprenderlo, sentir cuales son sus necesidades, cuándo está contento y cuándo está molesto, acudir a su llamado y sostenerlo en brazos hará que calme sus sensaciones de angustias de naturaleza psíquica o fisiológica


expresiones del vinculo 

La alimentación en la acción de amamantar, confluyen la necesidad de dar satisfacción a un deseo imperioso y la sensación de calidez y ternura que percibe en el regazo de la madre. El intercambio de miradas y sonrisas, el tacto delicado de la piel y toda la situación en conjunto le ayudan a sentirse querido. La alimentación está llena de contenidos de naturaleza afectiva, social, así como de connotaciones individuales y grupales.
El llanto del bebé es el primer lenguaje. El adulto tiene que llegar a comprender lo que quiere decir el llanto. Es muy importante para los padres aprender a distinguir los distintos llantos. Eso evitará tensiones en el adulto, que, con frecuencia, acaban transmitiéndose al bebé, complicando y llenando a menudo de temores las relaciones entre éste y el adulto.
El estado de vigilancia, a partir de los seis meses, el bebé se da cuenta de que el sueño es una especie de viaje durante el cual pierde contacto con el entorno inmediato y con los personajes más importantes para él. Justamente, alrededor de este momento se instala la angustia de separación, situada durante el octavo mes de vida. El pequeño se asusta de los extraños porque los ve como la no-mamá, es decir la ausencia de ella.
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viernes, 2 de octubre de 2015

Crianza Respetuosa

Crianza Respetuosa





Para mejorar nuestros ambientes familiares de crianza es necesario hacer un trabajo de cuestiona miento y reflexión acerca de nuestras propias creencias y prácticas familiares y locales de crianza, y este será un buen punto de partida para mejorar y enriquecer el desarrollo integral y armonioso de los niños.
Es igualmente importante identificar y poner en práctica todas aquellas formas de crianza tradicionales y ancestrales que les brindan a los niños oportunidades para su desarrollo y la formación de sí mismos, poniendo en práctica métodos favorables que nos ayuden a mejorar las formas de relacionarnos con los niños:es la clave para construir ambientes familiares más alegres y acogedores, que despierten la curiosidad natural del niño y de su deseo de aprender.

  • Los hijos necesitan percibir que los padres estamos a la cabeza de sus vidas como líderes capaces de contenerlos y  guiarlos mientras no saben por dónde van.
  • Establece una relación cordial con tus hijos, donde puedan experimentar emociones positivas de manera mutua.
  • Escúchalos. Tus hijos aprenderán cómo escuchar con empatía, poniéndose en los zapatos del otro, si es que le ofreces el modelo adecuado para saber cómo hacerlo.
    • En vez de dar órdenes, haz preguntas que le hagan reflexionar: “¿Qué piensas respecto a? ¿Cómo vas a solucionarlo?” Etc.
  • Evita etiquetarlos. La conducta no define la personalidad de tu hijo, por lo tanto NO ES “desobediente”, “desordenado” “angelito” etc. En vez de decirle “eres un desordenado” le decimos “es hora de que arregles tu cuarto”.
  • Dale opciones limitadas, esto les dará la sensación de que no tienen que obedecer todo a rajatabla así están más dispuestos a colaborar y reduce los enfados ya que tiene dónde poder elegir.
  • Si quieres que tu hijo tenga una personalidad controlada, practica tu misma el autocontrol. No podemos pedirle control y nosotras explotar en el momento  menos esperado.
  • Involucra a tus hijos en las soluciones. Esto les dará sentido de pertenencia y los motivará a asumir sus responsabilidades.
  • Enséñales a expresar sus emociones de una manera asertiva sin perjudicar a los demás.
  • No te olvides darles el mensaje de amor a tus hijos. En algunas ocasiones, estamos tan metidos en nuestros problemas que nos olvidamos de recordarles a nuestros hijos cuánto los queremos y lo orgullosas que estamos de ellos.
  • Anímalos en lugar de darles recompensas, premio o elogios desmedidos. Animarlos los lleva a la autoconfianza, mientras que los elogios y recompensas los hace dependientes y adictos a la aprobación.
  • Abrázalos, demuéstrales tu cariño sin que sea un momento especial, sino porque les quieres y ellos necesitan sentirlo al igual que nosotros.
  • Dedícales cantidad de tiempo y tiempo de calidad. Necesitan nuestra presencia que estemos con ellos y nos sientan presentes en ese momento, compartiendo juegos, lecturas o simplemente una mirada.
  • Ser constantes con lo que le enseñas respecto de su comportamiento y dar instrucciones claras. No puede ser hoy blanco y mañana negro, eso es un lio para ellos y para nosotros.
  • Reforzar las conductas positivas. Animarles a seguir realizando esas conductas y demostrarles que estamos orgullosas de que las consigan.
  • Sancionar la conducta y no al niño. Por ejemplo, si tiran un vaso de agua podemos ayudarle, si es pequeño, a que lo recoja y si puede solo, que él mismo recoja lo que ha tirado, sin gritos
  • Evitar los NO. Es más efectivo si les decimos qué es lo que tienen que hacer en vez de decirles que es lo “no” tienen que hacer.
    • Evitar decir “quiero que…”En vez de decir “quiero que apagues el televisor en este momento” mejor es decir: “es hora de apagar la tele e irse a dormir”.
    • Explicarle el porqué de las cosas de forma clara, corta y sencilla. “No muerdas a las personas. Eso les hará daño“.
    • Controlar nuestras emociones. No podemos enseñarles un buen comportamiento si es que estamos alterados.
    • Ser un buen ejemplo. Los niños aprenden por imitación, y son los padres sus principales referentes:
    • Para ello, la clave está en el tipo de crianza que le brinde a su hijo, basada en el respeto mutuo, en la igualdad de trato y desarrollando un sentido de pertenencia e importancia, para lograrlo le recomendamos:
    • Por último, comprender el verdadero significado de la crianza respetuosa y la disciplina. La disciplina no es sinónimo de castigo, la disciplina es educar, por lo tanto, evita castigar, pensado antes en sus consecuencias a largo plazo: resentimiento, revancha, rebeldía y retraimiento.

    • En conclusión, las bases adecuadas para el desarrollo de una personalidad sana y porque no, feliz, no solo depende de la carga genética con la que viene el ser humano, sino también de las personas que lo rodean, la calidad de interacciones y relaciones afectivas que éste establezca en los diferentes contextos donde interactúa, y en el caso de los niños específicamente, también depende del tipo de crianza que practiquen sus padres.

      Crianza respetuosa, en esencia…





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