Embarazo y nacimiento
Antes de nacer, el bebé ha estado en contacto exclusivamente con líquido; todas sus vías respiratorias están llenas de líquido que deberá expulsar para permitir la entrada de la primera bocanada de aire, algo que le cuesta un buen esfuerzo realizar. Sus pulmones se expanden, su corazón comienza a enviarle sangre y la placenta deja de funcionar. Los vasos del pulmón se dilatan y bruscamente ingresa una gran cantidad de sangre en ellos. La circulación dentro del corazón también se modifica totalmente.
Si bien algunas mujeres pueden tener síntomas claros del comienzo del trabajo de parto, tales como la pérdida de su tapón mucoso o la ruptura de fuente, en la mayoría de los casos el inicio del trabajo de parto suele ser mucho más sutil y podría comenzar semanas antes del nacimiento del bebé.
Las primeras presiones sobre su cuerpo son suaves y sólo interrumpen su sueño, pero cuando las contracciones son más intensas y son más seguidas, lo mantienen despierto. La cavidad uterina se hace cada vez más larga y estrecha, su posibilidad de movimientos es prácticamente nula y las membranas que lo rodean se rompen y pierde el líquido que lo bañaba.
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